Cueva de Altamira
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La cueva de Altamira es una cavidad natural en la roca en la que se conserva unas de las mejores muestras del arte rupestre prehistórico. Las pinturas del techo, de la conocida como Sala de los Bisontes, han recibido calificativos como «Capilla Sixtina» del arte rupestre.
Descubrimiento de la Cueva de Altamira
Fue descubierta en 1868 por Modesto Cubillas, quien comunicó su hallazgo a Marcelino Sanz de Sautuola, por ser este último aficionado a la paleontología. Pero no fue hasta 1879, mientras Sautuola practicaba excavaciones en la entrada de la cueva, cuando su hija María de 8 años de edad descubrió las famosas pinturas, la niña exclamo al verlas: ¡Mira, papá, bueyes!
En 1880, Sautuola dio a conocer los resultados de sus investigaciones, originando desde ese momento una famosa polémica en relación con la autenticidad de las pinturas, incluso se le acusó de haberlas realizado el mismo. El hallazgo de nuevos conjuntos rupestres en Francia, a finales del s. XIX, provocó que la cueva fuese definitivamente reconocida por la comunidad científica en 1902, aunque para entonces Sautuola ya había fallecido.
Características de la Cueva de Altamira
La cueva tiene unos 270 metros de longitud. Consta de un vestíbulo, una galería y la sala lateral. Hay constancia de presencia humana en la cueva desde hace unos 35.000 años hasta hace unos 13.000 años antes del presente, momento en que un derrumbamiento dejo aislado el interior de la cueva.
Las pinturas tienen unos 14.000 años de antigüedad y representan bisontes, ciervos, jabalíes, caballos... Están realizadas con pinturas ocres naturales de color rojo y contorneadas en negro.
Réplica de la cueva
En la actualidad, para asegurar su conservación, la Cueva de Altamira no está abierta al público. Se ha construido una réplica a tamaño natural conocida como la Neocueva, ubicada en el Museo de Altamira a escasos metros de la cavidad original. En la Neocueva se reproducen con el máximo detalle, tanto la estructura como las pinturas de la cueva original.
Altamira fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1985. En el año 2008 se hizo una extensión de la nominación a otras 17 cuevas del País Vasco, Asturias y la propia Cantabria, pasándose a llamar el conjunto «Cueva de Altamira y arte rupestre paleolítico del norte de España».